Robert Wilson es un dramaturgo y director de escena que
sobrepasa con sus creaciones lo cotidiano. La complejidad de su trabajo no
surge de la nada, sino que hay que remontarse a la fecha de su nacimiento para
comprender como logra llegar esos sorprendentes montajes.
Robert Wilson nació en Waco, Texas el 4 de octubre de 1941.
Wilson tenía problemas de tartamudez severa que logró superar a los 17 años cuando
empezó a recibir clases de danza.
“Yo no bailo mucho, pero en cierta manera me metí en mi
cuerpo y pude reducir la tensión”
Comenzó a estudiar administración y dirección de empresas
sin llegar a finalizar la licenciatura. En 1963 estudia pintura en París y al
año siguiente se traslada a Brooklyn para estudiar y licenciarse en
arquitectura. A lo largo de su vida ha desarrollado la pintura, la escultura, y
ha trabajado como coreógrafo. Pero sobretodo, lo que ha hecho, ha sido
trasladar toda sus conocimientos en estos temas al mundo del teatro y la ópera.
En 1969 formó una compañía de performance experimental, la Byrd Hoffman
Watermill Foundation. Con la que hizo obras tan importantes como Einstein in
the beach, la cual lo llevó a la fama.
Sus obras se caracterizan por un estilo austero, movimientos
lentos, limpios y precisos, y por la definición del espacio y el tiempo. Esto
está en gran parte, muy influenciado por Cézanne, el cual era su máximo referente en el mundo de
las artes plásticas. “Cézanne simplificaba y purificaba las formas para revelar
la estructura clásica y la composición. Yo lo he aprendido todo de Cézanne, su
uso del color, la luz, la diagonal y el espacio; cómo usar el centro y los
bordes. Sus imágenes no están enmarcadas por límites.”
Consigue crear profundas sensaciones en el espectador, ello
lo consigue a través de los juegos de luces y sombras pero también de los
silencios, la música, los ruidos y las coreografías.
“La forma en que los actores son entrenados está mal. Lo
único que se piensa es en la interpretación de un texto. Se preocupan por la
forma de hablar palabras y no saben nada acerca de sus cuerpos. Ellos no
entienden el peso de un gesto en el espacio. Un buen actor puede ordenar a un
público al mover un dedo.”
Wilson, al trabajar tanto con el silencio se permite darle a
los objetos casi la misma importancia que a los actores, les da vida, pues
estos son capaces de definir el tiempo y el espacio, creando líneas visuales en este último.
Pero sin duda alguna, lo más destacable de sus montajes de
escena es la iluminación. La luz organiza la escena y emociona. Ella muestra y
oculta, deja intuir, crea formas geométricas en el espacio, es un espejo de los
personajes, pero también de los espectadores, los cuales sienten y reflexionan.
La luz dirige la mirada, la encamina hacia un lugar para dejarla ahí y crear
pensamientos e ilusiones.
Todos sus trabajos llevan detrás un grandísimo esfuerzo y
una apasionante minuciosidad. Se cuidan todos los detalles. Traslada en ellos el conocimiento de la arquitectura, de la danza y de la pintura, para crear un arte que los aúna y va más allá.
No lo conocía y te aseguro que me apunto a este director. Es fascinante su trabajo. Creo que este es un campo perfecto de especialización para un arquitecto. Muy, muy bueno. Gracias por compartirlo. Un lujo.
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